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El Amor Real vs El Amor Romántico

Del Amor Romántico al Amor Real: Un Viaje de Transformación

Para abordar este tema, comencemos con una reflexión del libro Advice to a Young Wife from an Old Mistress de Michael Dury. En una de sus pasajes, la vieja señora relata un momento crucial con su amante:

“¡Me haces tan feliz!” le dice, y él responde: “Tú te haces feliz. Yo simplemente soy parte de ello… No coloques semejante carga sobre mí, a no ser que quieras matar esto tan hermoso… di que eres feliz, eso me complace; pero no que yo te hago feliz. Tu felicidad no es mía como para que yo la dé o la retenga, y me niego a tenerla. Eso adulteraría todas nuestras relaciones”.

Ella concluye sabiamente: “He llegado a creer que el amor no es tanto una circunstancia como una disposición, no es algo que viene de otros, sino algo que proviene de nuestro propio poder para verterlo”.

Este fragmento captura la esencia de lo que separa el amor romántico del amor genuino: la capacidad de asumir la responsabilidad de nuestra propia felicidad y liberar a la pareja de ese peso. Veamos cómo este proceso evoluciona en las relaciones.


El enamoramiento: un espejismo de idealización

El enamoramiento, o amor romántico, es una fuerza poderosa que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser. En esta etapa, proyectamos nuestras mejores cualidades en la persona amada, mezclando realidad y fantasía en un proceso conocido como idealización.

Durante este periodo, muchas parejas caen en la trampa de hacer responsable al otro de su felicidad. La pareja se convierte en un oasis, un paraíso, y al mismo tiempo, en un ideal inalcanzable. Este fenómeno lleva a una presión constante para encajar en el molde de lo que el otro espera, forzando a cada miembro de la relación a convertirse en una versión idealizada que, tarde o temprano, resulta insostenible.


La transición: del amor romántico al amor real

El primer año de una relación suele ser más fácil de sobrellevar, ya que la intensidad del enamoramiento encubre las diferencias y dificultades. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, surge un proceso inevitable de desilusión. Esta etapa, aunque difícil, es crucial, ya que marca el inicio del amor real.

Durante esta transición, las peleas, los silencios prolongados e incluso el aislamiento no deben verse como fracasos, sino como oportunidades de crecimiento. Es el momento en que ambos miembros de la pareja comienzan a reconocerse como individuos con personalidades propias, dejando atrás el apego tóxico y codependiente.

Enamorarse, en este contexto, implica una fusión de personalidades que puede derivar en relaciones disfuncionales. Por otro lado, amar a la pareja significa aceptarla tal y como es, con sus luces y sombras, aciertos y errores, diferencias y similitudes, fortalezas y debilidades. Amar es honrar al otro en su totalidad, reconociendo su humanidad y su complejidad.


Amor real: aceptar y construir juntos

El amor real no se basa en perfecciones, sino en autenticidad. Este amor abraza las imperfecciones, las dificultades y las diferencias como parte natural de la relación. Implica:

  • Aceptar al otro por completo: Reconocer y respetar sus miedos, carencias, dones y talentos.
  • Construir una relación basada en el respeto mutuo: Establecer límites saludables y fortalecer la comunicación.
  • Trabajar en equipo: Entender que el crecimiento de la relación es un esfuerzo conjunto.

Las crisis, lejos de ser un signo de ruptura, representan oportunidades para mejorar y transformar la relación. Son momentos que nos permiten reevaluar, reconectar y, si es necesario, reinventar nuestra dinámica como pareja.


Cuando el estancamiento toma el control

Aunque las crisis pueden ser constructivas, hay casos en los que la relación permanece en un estado de estancamiento emocional por largos periodos. Este letargo puede generar frustración y desgaste, afectando a ambos miembros de la pareja.

En estas situaciones, es esencial buscar soluciones activas: desde conversaciones honestas hasta actividades conjuntas que renueven la conexión. Si esto no es suficiente, recurrir al apoyo de un profesional puede ser clave para superar el bloqueo y recuperar el bienestar emocional de la relación.


Conclusión

El viaje del enamoramiento al amor real es un proceso desafiante, pero profundamente enriquecedor. Implica dejar atrás las idealizaciones para abrazar la autenticidad, construir una relación basada en el respeto mutuo y aprender a aceptar al otro tal y como es.

El amor verdadero no consiste en depender del otro para ser felices, sino en compartir nuestra felicidad y crecimiento con alguien que elijamos amar plenamente. Al entender este proceso, las parejas pueden transformar las dificultades en oportunidades y las diferencias en fortalezas, construyendo un vínculo más sólido y significativo. 💛

Psic. Fabiola Aquino

Zenpsikeplena

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