Arquetipo “La Triple Diosa Lunar”
La “Triple Diosa Lunar” es un arquetipo profundo y universal que todas las mujeres poseemos, y que debería servirnos como una guía vital. Este arquetipo nos invita a dejar fluir su energía y sabiduría para iluminar nuestro ser, integrando los aspectos más esenciales de nuestra feminidad.
La Triple Diosa es una representación de la mujer en sus distintas fases y aspectos. Nos muestra cómo vivir una vida íntegra, rica en autoestima, sabiduría, espiritualidad y regeneración. Es la fuente de la fertilidad, el amor, la paciencia, la calma y el descanso, enseñándonos la importancia de dar tiempo al tiempo. Sin embargo, nos recuerda también que nunca debemos quedarnos quietas o inmóviles. Tal como la luna, que mueve las mareas y da vida al mar, debemos seguir en constante movimiento, adaptándonos y evolucionando sin perder nuestra esencia.
Este arquetipo también simboliza las diversas etapas que atraviesa cada mujer a lo largo de su vida. Representa la conexión entre generaciones y las fases vitales dentro de la familia y la sociedad. Las tres figuras de la Triple Diosa —la Doncella, la Madre y la Anciana— no solo son símbolos de las diferentes etapas de la vida de una mujer, sino que también nos vinculan con nuestras antepasadas y nos unen con las generaciones futuras. Cada una de estas etapas es valiosa, pues trae consigo enseñanzas únicas y un legado vital que debemos honrar y apreciar.
La Triple Diosa nos invita a visualizar, valorar y honrar cada una de las etapas por las que pasamos, entendiendo que cada una tiene su propia belleza y riqueza. En un mundo que parece valorar más la apariencia externa que el ser interno, muchas mujeres se sienten incómodas a medida que envejecen. La presión de tener un cuerpo perfecto y de asociar la juventud con el éxito nos genera angustia y, en ocasiones, nos desconecta de nuestra verdadera esencia. Este culto a la juventud nos hace sentir que perdemos valor conforme el tiempo avanza.
Sin embargo, si profundizamos en esta situación, podemos ver que el impacto no es solo superficial, sino que afecta también nuestro bienestar interior. Negar nuestra edad o tratar de ocultarla es un intento de borrar una parte fundamental de nuestra identidad. Al hacerlo, estamos rechazando una etapa que forma parte de nuestro crecimiento personal y de nuestra autoestima. Esta presión constante por mantener una imagen juvenil nos lleva a un estrés innecesario y proyecta nuestro miedo al rechazo y a la soledad.
Te invito a redescubrir y abrazar a tu Diosa Interna. Recuerda que las mujeres seguras de sí mismas no temen a la soledad ni a las arrugas; entienden que la edad es solo un número. La verdadera belleza y poder residen en aceptar y honrar cada fase de la vida con valentía. Sé esa mujer que no se conforma con lo mínimo y que sabe relacionarse con personas de su misma edad y generaciones más jóvenes, con una actitud abierta y confiada.
Cuando confíes en tu Diosa Interna, proyectarás una imagen de seguridad que te permitirá amar y disfrutar de la vida en su totalidad, viviendo plenamente, avanzando con alegría y felicidad hacia cada etapa que la vida te ofrezca.