Para poder explicar este tema abriré con una breve reseña del libro “ Advice to a Young Wife from an Old Mistress de Michael Dury”
“La vieja señora habla de su propio despertar cuado le dice a su amante: “¡Me haces tan feliz!” y el responde tranquilamente: “ Tú te haces feliz. Yo simplemente soy parte de ello… No coloques semejante carga sobre mí, a no ser que quieras matar esto tan hermoso…. di que eres feliz, eso me complace; pero no que yo te hago feliz. Tu fellicidad no es mía como para que yo la dé o la retenga y me niego a tenerla. Eso adulteraría todas nuestras relaciones”… Y ella concluye: “ He llegado a creer que el amor no es tanto una circunstancia como una disposición, no es algo que viene de otros sino algo que viene de nuestro propio poder para verterlo”.
El enamoramiento o el amor romántico es una fuerza que nos lleva a lo más interno de nuestro ser, es esa parte de nosotros que pone nuestras mejores características en la persona amada, confundiendo y mezclando la realidad con lo romántico o lo ideal, a esto se le conoce como “la idealización del ser amado.”
En este periodo de idealización hacemos responsable a nuestra pareja de proveernos “la felicidad” que buscamos, convirtiéndolo en un todo, en nuestro oasis y paraíso, forzando a nuestra pareja a imaginarse y tratar de concebir como ser el ser amado que se espera que sea.
Esta etapa durante el primer año es más o menos fácil de sobrellevar, sin embargo, no siempre se puede estar gustoso sacrificándose para lograr el ideal de otro para mantener viva y despierta su ilusión por lo que en este ir y venir de idealizaciones se inicia el proceso de desilusión para ambos e inicia el proceso de separación para dar inicio al “Amor Real”